BIOMAS TERRESTRES Y ACUATICOS
Un bioma es un ecosistema
que se desarrolla sobre una gran extensión de la superficie del planeta, bien
terrestre (por ejemplo la sabana) o acuática. Podría decirse también que se
trata de una formación biogeográfica junto con los organismos que viven en
ella. Bioma es el resultado de la unión de Biotopo y Biocenosis.
Se agrupan todos los
ecosistemas de estructura y organización semejante bajo el concepto de
"bioma", está compuesta por varias poblaciones; una población es un
conjunto de seres vivos de la misma especie, denominados individuos.
Biomas terrestres: La distribución de los
grandes biomas terrestres según la latitud está primeramente condicionada por
la de los climas.
Bioma de la Tundra: Las características
primarias de esta región son temperaturas bajas y brevedad de la estación de
cultivo. La precipitación pluvial es más bien escasa, pero el agua no suele ser
factor limitante, ya que el ritmo de evaporación es también muy bajo.
El terreno esta casi siempre
congelado, excepto en los 10 ó 20 cm superiores que experimentan
deshielo durante la brevísima temporada calurosa; el clima tan frío de este
bioma da a lugar al permafrost, que es una capa de hielo congelada que
permite únicamente el crecimiento de plantas en los días de verano ya que se
descongela su superficie. Existe una tundra ártica, también llamada
"desierto polar", que se extiende por encima de los 60º de latitud N
y una "tundra antártica", por encima de los 60ºS, que comprende la Antártida,
las islas subantárticas y parte de la Patagonia.
El bosque caducifolio y el
bosque mediterráneo: Cuando las temperaturas son más templadas y la humedad
más abundante y repartida a la largo del año, el bosque de coníferas es
sustituido por el bosque caducifolio. En el Hemisferio Norte este bioma está
dominado por hayas, robles, avellanos, olmos, castaños y numerosos arbustos que
generan un suelo profundo y fértil. En las zonas templadas, si la pluviosidad
es baja y la estación seca muy marcada, se instala otro tipo de bosque, de hoja
perenne y resistente a la sequía estival. Es el bosque mediterráneo, con
vegetación xerófila, dominado en Europa por la encina, el alcornoque o el roble
quejigo.
Bioma de la Pradera: El bioma de la pradera se
encuentra en parajes con lluvia de 25 a 75 cm por año,
cifra insuficiente para el sustento de un bosque, y superior a la normal en un
desierto verdadero. Se encuentra terreno de prado en el interior de los
continentes y son bien conocidas las praderas del occidente de Estados Unidos,
y las de Argentina, Australia, Rusia meridional y Siberia. El suelo de las
praderas es muy rico en capas por virtud del rápido crecimiento y
descomposición de los vegetales, y muy apropiado para el crecimiento de plantas
alimenticias como trigo y maíz.
Clima: La media anual está
entre los 20 a 29 ºC, con una época de lluvia y otra de sequía.
Suelo: Generalmente es
pedregoso aunque puede haber otras variedades; se encuentra en las laderas de
montañas.
Vegetación: Los árboles
están colocados en un solo estrato; las hojas de muchas especies son
amarillentas o verde claro, también hay plantas espinosas como los cactos.
Entre los árboles destacan: el copal, el pochote, el palo de arco, el palo
tolote, entre otros.
Fauna: Existen aves,
reptiles y pequeños mamíferos, como liebre, rata almizclera, venado cola
blanca, coyote, y ocasionalmente puma y jaguar.
Bioma del Chaparral: En las regiones del mundo
de clima dócil, con lluvias relativamente abundantes en invierno pero con
veranos muy secos, la comunidad culminante incluye árboles y arbustos de hojas
gruesas y duras. Este tipo de vegetación se llama "xerófila" Durante
los veranos secos y calurosos es constante el peligro de fuego que puede
invadir rápidamente los lomeríos del chaparral. Las comunidades de chaparral
son muy extensas en California y costa noroccidental de México, a lo
largo del Mediterráneo, en Chile y a lo largo de la costa sur
de Australia.La diversidad del chaparral, un medio ambiente bastante
uniforme, soporta relativamente pocas especies, pero muchas de sus plantas
producen bayas comestibles y dan vida a vasta poblaciones de insectos y lo que
el chaparral pierde en diversidad lo gana en número de individuos. Algunos
vertebrados residentes característicos son los pequeños, ratas del bosque,
ardillas listadas, lagartos y otros. Un ave característica del chaparral es el
chochín herrerillo (Chamaea fasciata), una especie callada cuya área
coincide casi exactamente con los límites del chaparral. En el Mediterráneo,
aunque la diversidad animal residente no es grande, la de aves migratorias es
muy grande ya que esta región queda a mitad del camino entre los trópicos y las
zonas más templadas. Durante el verano, la población de aves es menor,
encontrándose solamente algunas aves tropicales, adaptadas al hábitat arbustivo
y a condiciones de aridez. Llegan al Mediterráneo en primavera para nidificar,
abandonándolo antes del comienzo del invierno. Entre los visitantes invernales,
predominan las paseriformes (tales como las currucas y zorzales) y los patos.
Bioma del Desierto: En regiones con menos
de 25 mm de precipitación por año, o en zonas cálidas, con
lluvias más copiosas pero con distribución no uniforme durante el ciclo anual,
la vegetación es poco densa y consta de arbustos quenopodiáceos, artemisas
y cactuss. La escasa precipitación pluvial puede ser debida a presión
barométrica alta persistente, como en los desiertos del Sahara y australianos;
a una posición geográfica al abrigo de la lluvia en una montaña, como en los
desiertos del oeste de Estados Unidos; o a grandes altitudes, como en las
regiones desérticas del Tíbet y Bolivia. Los únicos desiertos
absolutamente libres de lluvia son los del norte de Chile y el Sahara central.
Bioma de la Taiga: La taiga es un terreno
que está formado por coníferas, con troncos rectos y cubiertos por resina y
hojas pequeñas semejantes a agujas.
Selva Tropical: Las selvas tropicales
ocupan extensas superficies cercanas al centro del ecuador en Centro y
Sudamérica, África, Asia y Oceanía, y prosperan en climas muy húmedos y
calurosos, estando provistas no solo de lluvias abundantes, sino también de
ríos caudalosos que experimentan crecidas violentas en otoño. Una selva de
lluvia no es una "jungla". La jungla es una vegetación arbustiva muy densa
que crece a lo largo de las riberas de los ríos. Puede aparecer en tierra
cuando la selva lluviosa ha sido talada por los humanos o por un evento natural
como una inundación o un incendio. La mayor parte de las junglas se transforman
en selvas lluviosas. Por lo tanto, la jungla es una selva húmeda.
Los medios acuáticos: Los biomas acuáticos
pueden ser marinos (agua salada) o dulceacuícolas. Los biomas marinos son
básicamente dos: el oceánico o pelágico y el litoral o nerítico, caracterizados
por la diferente profundidad que alcanzan las aguas y por la distancia a la
costa. La zona litoral se caracteriza por la luminosidad de sus aguas, escasa
profundidad y abundancia de nutrientes. En ella se concentran algas, moluscos,
equinodermos y arrecifes de coral. Tortugas, focas y peces óseos son comunes
aquí. La zona pelágica se caracteriza por tener una banda iluminada pero
también grandes profundidades sin luz. En estas regiones los seres acuáticos se
han adaptado a vivir sin ella y a estar sometidos a grandes presiones.
Los biomas dulceacuícolas
son básicamente dos: las aguas estancadas (lénticas) de lagos y lagunas y las
aguas corrientes (lóticas) de ríos y arroyos. De la superficie del planeta, el
70% de su superficie está ocupado por los océanos. Del restante 30%, que
corresponde a tierras emergidas, un 11% de esa superficie se halla cubierto por
los hielos, lo que se puede clasificar como desierto helado, y el 10% lo ocupa
la tundra.
Fauna de las zonas de
montaña:
La fauna de la zona de
montaña no es, por otra parte, demasiado rica y abundante. Pocas son las
especies que pueden soportar los rigores del invierno en estas áreas. El primer
eslabón de los consumidores está regido por los herbívoros, que realizan
migraciones durante el invierno a zonas más bajas, donde el clima es
relativamente más suave, y la capa de nieve es más delgada, pudiéndose así
acceder con mayor facilidad al alimento.
Una gran adaptación al duro
clima de las montañas lo constituye el gran tamaño de los mamíferos. Así, la
energía producida está en relación directa con el peso, volumen; numerosas aves
migran en el invierno a zonas más favorables.
REPARTO GEOGRAFICO DE DIFERENTES BIOMAS
INFLUENCIA HUMANA SOBRE LOS ECOSISTEMAS
Todos los mediosy ecosistemas naturales
se enfrentan ahora a una dificultad sin precedentes: la humanidad. El ser
humano ha comprimido en unos pocos siglos cambios que en su ausencia hubiesen
exigido miles o millones de años. Las consecuencias de estos cambios están todavía
por ver. A continuación se describen los impactos más importantes de la
actividad de los seres humanos sobre los ecosistemas
1.
Destrucción y fragmentación de hábitats: La influencia más directa del hombre sobre los ecosistemas es su
destrucción o transformación. La tala a matarrasa (el corte de todos los
árboles de una extensión de bosque) destruye, como es lógico, el ecosistema
forestal. También la explotación selectiva de madera altera el ecosistema. Lo
mismo ocurre con la desecación de humedales que se ha llevado a cabo de forma
sistemática (para ganar tierras de cultivo o eliminar la fuente de
enfermedades) y cuyo mayor exponente es la desecación del mar de Aral por el
aprovechamiento de las aguas de sus tributarios.
La fragmentación o división en pequeñas manchas
de lo que era un ecosistema continuo puede alterar fenómenos ecológicos e
impedir que las parcelas supervivientes continúen funcionando como antes de la
fragmentación.
2. Cambio
climático: Ahora se acepta de forma
generalizada que las actividades de la humanidad están contribuyendo al
calentamiento global del planeta, sobre todo por acumulación en la atmósfera de
gases de efecto invernadero. Las
repercusiones de este fenómeno probablemente se acentuarán en el futuro. Como
ya se ha señalado, el cambio climático es una característica natural de la
Tierra. Pero antes sus efectos se podían asimilar, porque los ecosistemas
‘emigraban’ desplazándose en latitud o altitud a medida que cambiaba el clima.
Como ahora el ser humano se ha apropiado de gran
parte del suelo, en muchos casos los ecosistemas naturales o seminaturales no
tienen ningún sitio al que emigrar.
3.
Contaminación: La contaminación del
medio ambiente por herbicidas, plaguicidas, fertilizantes, vertidos
industriales y residuos de la actividad humana es uno de los fenómenos más
perniciosos para el medio ambiente. Los
contaminantes son en muchos casos invisibles, y los efectos de la contaminación
atmosférica y del agua pueden no ser inmediatamente evidentes, aunque resultan
devastadores a largo plazo. Las consecuencias de la lluvia ácida para los
ecosistemas de agua dulce y forestales de gran parte de Europa septentrional y
central es un fenómeno que ilustra este apartado.
4.
Especies introducidas: El hombre ha
sido responsable deliberado o accidental de la alteración de las áreas de
distribución de un enorme número de especies animales y vegetales. Esto no sólo
incluye los animales domésticos y las plantas cultivadas, sino también
parásitos como ratas, ratones y numerosos insectos y hongos. Las especies naturalizadas pueden ejercer una
influencia devastadora sobre los ecosistemas naturales por medio de sus
actividades de depredación y competencia, sobre todo en islas en las que hay
especies naturales que han evolucionado aisladas.
Así, la introducción de zorros, conejos, sapos,
gatos monteses y hasta búfalos han devastado muchos ecosistemas de Australia.
Plantas, como el arbusto sudamericano del género Lantana, han invadido el
bosque natural en muchas islas tropicales y subtropicales y han provocado
alteraciones graves en estos ecosistemas; el jacinto acuático africano, género
Eichhornia, también ha perturbado de forma similar los ecosistemas de agua
dulce de muchos lugares cálidos del mundo. En
el litoral mediterráneo, la introducción accidental del alga marina Caulerpa
taxifolia está provocando la desaparición de las ricas y productivas
comunidades de fanerógamas marinas, las praderas de Posidonia.
5.
Sobreexplotación: La captura de un
número excesivo de animales o plantas de un ecosistema puede inducir cambios
ecológicos sustanciales. El ejemplo más importante en la actualidad es la
sobrepesca en los mares de todo el mundo. El agotamiento de la mayor parte de
las poblaciones de peces es, sin duda, causa de cambios importantes, aunque sus
repercusiones a largo plazo son difíciles de evaluar.
Acción
del hombre sobre el ecosistema.
Todos los organismos consumidores viven de la
explotación del ecosistema y la especie humana también necesita explotarlo para
asegurar su supervivencia. De la naturaleza se obtienen los alimentos y a la
naturaleza se devuelven los residuos que generamos con nuestra actividad. La
energía que empleamos la obtenemos, en su mayoría, de la combustión de reservas
de compuestos de carbono (petróleo, carbón, gas) almacenados por el trabajo de
los productores del ecosistema a lo largo de muchos millones de años.
En la actualidad no se puede entender el
funcionamiento de la mayor parte de los ecosistemas si no se la tiene en cuenta
la acción humana. Dado el número de individuos y la capacidad de acción que
tiene nuestra especie en estos momentos la influencia que ejercemos sobre la
naturaleza es enorme. La biomasa humana es del orden de cienmilésimas (10-5) de
la total de la biosfera, pero, cualitativamente, su influencia es muy fuerte.
Entre las acciones humanas que más influyen en el funcionamiento de los
ecosistemas tenemos:
a)
Agricultura y ganadería: Cuando se
cultivan los campos, se talan los bosques, se pesca o se cría ganado, se
"explota" al resto de la naturaleza y se provoca su
"regresión" en el sentido ecológico; es decir, el ecosistema se
rejuvenece y deja de seguir el proceso de sucesión natural.
Los ecosistemas tienden naturalmente al
incremento de estructura y complejidad, disminuyendo su producción neta cuando
están maduros. El hombre, por el contrario, intenta obtener el máximo
rendimiento del ecosistema, por lo que le interesa mantenerlo en etapas
juveniles en las que la productividad neta es mayor. En las actividades
agrícolas y ganaderas se retira biomasa de los ecosistemas explotados y se
favorece a las especies oportunistas (frecuentemente monocultivos), lo que
disminuye la diversidad de especies del primitivo ecosistema. También se
disminuye la diversidad eliminando otros animales competidores (roedores,
lobos, aves, etc.) mediante la caza, el uso de venenos, etc.
El trabajo agrícola afecta también al ecosistema
suelo. Al arar se mezclan los horizontes del suelo y se rompe la estructura
para liberar nutrientes que puedan usar las plantas. Por otra parte al recoger
la cosecha no se devuelve al suelo los nutrientes y hay que abonar para obtener
nuevas cosechas. La agricultura moderna es un cambio de combustibles fósiles
(petróleo) por alimentos, pues hay que usar gran cantidad de energía para fabricar
fertilizantes y pesticidas, trabajar la tierra, sembrarla, recoger la cosecha,
etc. La oposición profunda entre
explotación y sucesión es el punto crucial de toda la problemática de
conservación de la naturaleza. El hombre necesita producción porque gran parte
de lo que consume lo tiene que obtener de la naturaleza, pero también necesita
muchas otras cosas como una atmósfera y clima regulados por los océanos y las
masas de vegetación, agua limpia -es decir, oligotrófica -; recursos vitales,
estéticos y recreativos proporcionados por el paisaje, etc.. El problema es
conseguir el adecuado equilibrio entre estos factores.
b)
Obtención de energía y materias primas: La explotación del petróleo y del gas, la minería del carbón y del resto
de minerales y el transporte de materias primas y productos terminados suponen
también, un fuerte impacto sobre los ecosistemas. Traen consigo carreteras,
grandes movimientos de tierra, sobre todo en la minería a cielo abierto,
concentración y producción de sustancias tóxicas, en todos los lugares de la
tierra y los océanos.
c)
Reciclado de residuos: El vertido de
residuos es otra fuerte de impacto sobre la naturaleza. En ocasiones provocan
tal concentración de productos tóxicos en un ecosistema que causa graves daños
a los seres vivos. Hablamos de contaminación o polución para referirnos a estos
cambios de las condiciones del ecosistema.
El hombre siempre ha confiado en los sistemas
naturales para limpiar y depurar sus residuos y los ha vertido a ríos, mares y
vertederos terrestres. La capacidad de la naturaleza para reciclar los
materiales, diluir los tóxicos y limpiar el aire y el agua es muy grande, pero
la actividad industrial genera tan gran variedad y cantidad de contaminación
que sobrepasa la capacidad equilibradora y depuradora de la atmósfera. Especial interés tienen los compuestos que como el DDT
se van acumulando en la cadena trófica y llegan a alcanzar concentraciones muy
altas en los tejidos de los consumidores secundarios o terciarios, provocando
importantes alteraciones en su metabolismo.
También veremos con detalle como la emisión de
algunos gases en grandes cantidades a la atmósfera, como el CO2 o los CFC, está
produciendo alteraciones en el funcionamiento normal del clima o de la
protección contra las radiaciones peligrosas.
d) Destrucción de ecosistemas naturales:
El uso de recursos por el hombre deja en
ocasiones a los ecosistemas sin componentes que les son imprescindibles.